EL SUICIDIO, UNA REALIDAD SILENCIADA  

El suicidio es ya en España la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes de 15 a 29 años. En el año 2020 murieron por suicidio 3.941 personas, de las cuales un 74% eran hombres y un 26% mujeres. 

El suicidio es un fenómeno multifacético y complejo que puede tener diversas causas y factores de riesgo, y su análisis en México no es una excepción. Algunas de las principales causas que se han identificado a nivel global y que podrían contribuir al suicidio incluyen: 

  • Los trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad, el trastorno bipolar y la esquizofrenia, son factores de riesgo significativos para el suicidio. La falta de acceso a servicios de salud mental adecuados, así como el estigma asociado a los trastornos mentales, pueden dificultar el diagnóstico y el tratamiento oportuno. 
  • La pobreza, el desempleo y la falta de vivienda pueden aumentar el riesgo de suicidio. En una ciudad densamente poblada, es probable que estas tensiones contribuyan a la angustia emocional y el crecimiento del intento de autolisis, especialmente entre aquellos que enfrentan dificultades económicas y sociales. 
  • Conflictos familiares, abuso doméstico, divorcio, pérdida de seres queridos y problemas en las relaciones interpersonales pueden desencadenar angustia emocional y desesperación, aumentando el riesgo. 
  • La exposición a la violencia, el crimen y la inseguridad en las calles puede generar estrés crónico y traumas psicológicos, lo que también aumenta el factor de riesgo, especialmente entre aquellos que viven en comunidades afectadas por altos niveles de violencia. 
  • El abuso de alcohol y drogas puede aumentar el riesgo de suicidio, debido a que estas sustancias pueden alterar el estado de ánimo, empeorar los problemas de salud mental y disminuir los inhibidores naturales contra el comportamiento suicida. 
  • El estigma asociado con la salud mental y la autólisis, puede dificultar que las personas busquen ayuda o se comuniquen abiertamente sobre sus problemas emocionales. Además, la falta de acceso a servicios de salud mental de calidad, incluidos los servicios de prevención del suicidio y el apoyo psicológico, puede limitar las opciones de tratamiento y apoyo para las personas en riesgo. 

Es importante abordar estas causas desde una perspectiva multifacética, implementando estrategias de prevención del suicidio que incluyan la promoción de la salud mental, la reducción del estigma y la creación de entornos seguros y de apoyo para todas las personas. 

El programa SUPRE (Suicide Prevention). es una iniciativa desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para abordar el problema del suicidio a nivel mundial. Su objetivo principal es reducir las tasas de suicidio a través de estrategias de prevención y promoción de la salud mental. Se basa en tres enfoques principales: 

  • • La comprensión del suicidio. Este enfoque implica educar al público sobre el trastorno autolítico, sus factores de riesgo y sus consecuencias. Se busca reducir el estigma asociado con los problemas de salud mental y el suicidio, y promover la comprensión de que el suceso es prevenible. 
  • • Mejorar la capacidad de los sistemas de salud para identificar y tratar a personas en riesgo de suicidio. Esto incluye la capacitación de sociólogos y personal sanitario en la detección y gestión de personas con riesgo suicida, así como la disponibilidad de tratamientos efectivos. 
  • • El desarrollo de políticas y estrategias a nivel nacional para prevenir el suicidio. Esto puede incluir la regulación de medios de comunicación para una cobertura responsable del suicidio, la promoción de entornos seguros y de apoyo, y la mejora del acceso a servicios de salud mental. 

El programa SUPRE reconoce que la prevención del suicidio es un desafío complejo que requiere un enfoque integral y colaborativo que involucre a múltiples sectores de la sociedad, incluidos los gobiernos, los sistemas de salud, las organizaciones comunitarias y la sociedad en general. Al abordar los factores de riesgo subyacentes y promover la resiliencia y el bienestar emocional, el programa SUPRE busca reducir el impacto del suicidio y salvar vidas en todo el mundo. 

Publicado por Oscar Castillero Mimenza 

19 junio, 2018 

El efecto Werther. Se basa en la idea de que la exposición a suicidios, especialmente cuando son glorificados o romantizados en los medios de comunicación, puede influir en personas vulnerables o susceptibles a actuar de manera similar. Esto puede manifestarse tanto en el aumento de intentos de suicidio como en suicidios consumados. 

La teoría detrás del efecto Werther se apoya en el concepto de contagio social, donde el comportamiento de una persona puede influir en el comportamiento de otros, especialmente cuando se trata de temas sensibles como el suicidio. La cobertura mediática excesiva o sensacionalista de un suicidio puede proporcionar una especie de modelo para aquellos que están luchando con problemas similares, lo que los lleva a imitar el comportamiento suicida. 

El término Papageno deriva de la ópera La flauta mágica de Mozart, donde Papageno es un personaje que está a punto de suicidarse por amor es salvado por tres niños que les recuerdan las soluciones a sus problemas. 

El efecto Papageno, también conocido como el fenómeno de prevención del suicidio, es un concepto que se opone al efecto Werther. Mientras que el efecto Werther describe el aumento de suicidios después de la cobertura mediática de un suicidio, el efecto Papageno sugiere que ciertos tipos de cobertura mediática pueden tener un efecto preventivo al reducir el riesgo de autólisis. 

El efecto Papageno se basa en la idea de que la exposición a historias de superación, recursos de ayuda y estrategias de afrontamiento puede tener un impacto positivo en personas que están experimentando pensamientos suicidas. 

Algunos elementos clave del efecto Papageno incluyen: 

  • • La cobertura mediática que enfatiza la prevención del suicidio proporciona información sobre recursos de ayuda y destaca historias de superación puede aumentar la conciencia sobre el tema y alentar a las personas en riesgo a buscar ayuda. 
  • • La educación pública sobre la salud mental y el suicidio puede ayudar a reducir el estigma y promover la comprensión de que el suicidio no es la única opción frente a la adversidad. Al proporcionar información sobre los signos de advertencia del aumento del riesgo y cómo intervenir de manera efectiva, se pueden salvar vidas. 
  • • Las personas en riesgo necesitan poder acceder a evaluaciones y tratamientos adecuados de manera oportuna. 
  • • Fomentar la resiliencia y el bienestar emocional puede ayudar a las personas a enfrentar mejor los desafíos de la vida y reducir el riesgo de suicidio. Esto puede 
  • incluir el desarrollo de habilidades de afrontamiento, la promoción del apoyo social y la creación de entornos seguros y solidarios. 

El suicidio, una realidad silenciada 

En el 2022 se alcanzó un número de fallecimientos que ocupó el segundo puesto entre las muertes ocurridas por causas no naturales. Se estima que se producen unas diez tentativas de suicidio por cada víctima mortal, lo que supondría un número considerable de intentos de autólisis al año, arrojando cifras escalofriantes. 

A pesar del acuerdo generalizado de que hay que hablar más de la muerte autoinfligida, apenas se habla de ello, salvo que el suicida sea un famoso, en cuyo caso la información suministrada tiene más que ver con el sensacionalismo que con el hecho noticiable. 

No nos protegemos de un riesgo que creemos que no nos va a afectar. Es una obviedad que lo que no se publica, no existe, por eso es tan importante divulgar la máxima información sobre aquel riesgo que queremos prevenir, ya sea un incendio, una catástrofe, o los accidentes de tráfico. Es lo que se llama adquirir conciencia o percepción del riesgo. 

Y mientras los suicidios no aparezcan en los medios de comunicación y adquieran la importancia que luego sí tienen en las estadísticas, no se convertirán en un problema social y mientras no sea así, no se abordará de la forma adecuada. 

Un factor muy negativo que traba las vías de solución es el tabú atávico religioso que ha impedido tratar el suicidio con normalidad, por lo que toda la sociedad intentaba ocultar cualquier caso de suicidio y, que hoy sigue esta línea de ocultamiento de un hecho tan dramático como es el suicidio. 

La Organización Mundial de la Salud califica el suicidio como un grave problema de salud pública, cuando el suicidio no es una enfermedad y debiéramos calificarlo como un grave problema social. 

Emile Durkheim 

Fundador de la sociología como disciplina académica 

El suicidio debería ser abordado desde una perspectiva multidisciplinar. La sociología nace como ciencia a partir de un estudio del suicidio por parte de Emile Durkheim Es indiscutible que son muchos los factores sociales que están presentes en la conducta suicida. Los medios tampoco hablan de los suicidios ni de los suicidas como hablan de otras víctimas. 

En los casos que se han activado mecanismos de reducción de accidentes; cuando los gobiernos y las administraciones crean uno o varios servicios públicos que tienen entre sus misiones la reducción de esas muertes, se obtienen buenos resultados. Sin embargo, en aquellas causas externas de mortalidad, como el suicidio, cuya prevención no es competencia de ninguna administración, ni responsabilidad de ningún organismo en particular, las muertes no solo no se reducen, sino que van aumentando. 

Para evitar o reducir los accidentes de tráfico, los homicidios o los incendios, las administraciones disponen, además de un importante corpus legislativo, de un gran número de recursos y servicios públicos competentes a todos los niveles: federal, estatal y local. 

Mientras no exista un organismo que se sienta competente y responsable de analizar y estudiar los suicidios y buscar soluciones para evitarlos, no se reducirá el número de víctimas. Dicho sea, que en todas las causas externas a los accidentados se les considera víctimas, pero eso no ocurre con los suicidas. Quizás debamos empezar a tener esta consideración de víctimas a quienes tienen una tentativa de suicidio y comencemos a pensar en estas muertes como evitables. 

Y para eso, hace falta que los medios de comunicación hablen de la autólisis, sin sensacionalismo, adecuadamente y con propiedad, pero con asiduidad; que la sociedad se percate de que estamos ante un problema público y que los políticos tomen iniciativas en políticas públicas de prevención del suicidio y que se puedan investigar, con transparencia, todas las circunstancias de las tentativas de suicidio para arrojar más luz sobre este asunto con tantos lados oscuros. 

Conclusión. Conocida la dimensión del problema, evidenciada por el número de víctimas, resulta inevitable declarar que nos encontramos ante un problema de trascendencia social no atendido por las autoridades políticas y administrativas y que parece evidente que las acciones realizadas hasta ahora no han sido fructíferas y mientras no se cambie la estrategia del ocultamiento, por la de reconocer el drama social que son los suicidios, el número de suicidios no descenderá, sino todo lo contrario, nuestra sociedad tiene todos los ingredientes para enfrentarse a un problema con visos de crecimiento. 

Referencias consultadas: 

El suicidio. Una mirada integral e integradora. John Jairo García 

Blog de Javier Larrea 2/02/2024 

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