Uno de los factores que hacen vulnerable a una persona de ser víctima de delitos lo constituye la falta de discreción, es decir, la prudencia y tacto para conducirse, obrar o comunicar algo. Aspecto que muchos pasan por alto y que algunos aprovechan o toman como justificante para actuar en su contra o en contra de otros.
Una persona discreta sabe que determinado tipo de información debe ser mantenida en secreto o, bien, transmitida de forma cautelosa y prudente a los demás. De igual forma, quien es discreto sabe que debe conducirse, expresarse y comportarse sin contravenir los preceptos éticos y morales de la sociedad en la que se desenvuelve.
Mucha de la información que recibimos y transmitimos de otros, con frecuencia y por culpa de la indiscreción, se exagera, se altera y termina por convertirse en un “chisme”, al divulgar, opinar o comentar algo de esos otros, a quienes les puede acarrear daños en su imagen, trastornos en su persona o a sufrir agresiones y delitos.
Hemos sido testigos en las redes sociales que la simple “publicación” de un comentario, fotografía o video de una persona, ha provocado la furia de sus conocidos, quienes han buscado afectarle de alguna manera, acusándola, acosándola o bien que la persona, ante el acoso, la humillación y difamación, decida suicidarse.
Sobran los casos de gente indiscreta que coloca en redes sociales sus fotografías de viajes y lujos, denotando su estatus social y económico, las cuales son observadas por personas malintencionadas que traspasan la información a redes delincuenciales para utilizarlas con fines de robo, extorsión o secuestro.
Infinidad de personas en sus charlas con sus “cuates” y “amigos”, o en encuentros ocasionales con individuos en clubes, bares y fiestas, lejos de ocuparse de mostrarse como gente discreta, se ocupan de vestir, ostentar, hablar y presumir de todo lo que tienen -e incluso de lo que no tienen- con el fin de verse y sentirse “atractivos”.
Es lamentable que dicha “atracción” resulta efectiva, mayormente, con los delincuentes.
La misma indiscreción nos puede llevar a enfrentar una situación complicada que pueda comprometernos con otros al decir, preguntar e, incluso, por curiosidad, observar o escuchar cosas que no son de nuestra incumbencia.
La discreción es una virtud que todos debemos poseer, pero que por una falta de educación y una inadecuada formación en valores, si adolecemos de ella, ponemos en riesgo no sólo la buena relación con los demás, sino nuestra propia seguridad.
Es importante inculcar en las personas, desde pequeñas, la discreción, pues alguien discreto posee la inteligencia para pensar antes de hablar y actuar, para reflexionar y decidir en qué momento hacerlo, a fin de no provocar molestia o daño a los demás ni, desde luego, asimismo.
Y tú, si no es indiscreción, ¿te consideras una persona discreta?, ¿has realmente educado a tus hijos para ser discretos?, ¿has sido discreto ante tus grupos de interés o colaboradores y fomentado en ellos la discreción?
Ante la situación actual que se vive, bien vale la pena reflexionar sobre el tema y proponerte reforzar tu discreción y la de los tuyos, ¿no lo crees?
Por DAVID LEE