La computación tal como la conocemos, ha estado íntimamente ligada a la educación. Mucho ha cambiado esta relación hasta nuestros días, desde el primer mensaje transmitido, el 29 de octubre de 1969, por un estudiante de la Universidad de California a través de ARPANET (Advanced Research Projects Agency Network), la red precursora del actual internet.
Durante todas estas décadas, los protocolos, conectividad y acceso se fueron perfeccionando; hasta que a finales de los años 90 comenzaron a surgir los primeros esfuerzos significativos de digitalización en la educación, con la creación de sitios web pedagógicos, foros de discusión en línea y una explosión de recursos digitales para apoyar el aprendizaje.
El resto, fue historia. Es necesario destacar el papel de las plataformas de videollamadas y reuniones virtuales, así como otros servicios de educación en línea, en el contexto de la pandemia. Si bien la educación digital venía creciendo orgánicamente, esta aceleración tanto de su uso entre las personas como de su perfeccionamiento técnico ahora se traduce en un mercado que, en México, se espera alcance los 721 millones de dólares (mdd) al final del 2023, según Statista. Para 2027, llegaría a los 1,118 mdd, creciendo en promedio un 11.6% anual durante el periodo.
Sin embargo, pareciera a grandes rasgos que la digitalización de la educación llegó hasta ahí, cuando aún tiene mucho por ofrecer al mundo. Una de las claves con más oportunidad de aprovechamiento, está en una innovación de la que todos hablan pero pocos realmente entienden sus alcances: la inteligencia artificial (IA).
“Uno de los mayores beneficios de la inteligencia artificial, es su capacidad para recopilar y sintetizar grandes conjuntos de datos. Data es poder. Sabiéndola explotar mediante los avanzados algoritmos de la IA, es posible crear soluciones personalizadas para los estudiantes, satisfaciendo sus necesidades individuales más allá de las grupales, reducir prácticamente a segundos la tardada calificación de tareas, crear evaluaciones de aptitud y estilo de aprendizaje en el caso de los alumnos o de enseñanza en el caso de los profesores, e incluso hacer del proceso algo más divertido y significativo”; comenta al respecto Fernanda Vázquez, L&D Partnership Senior Manager en SoftServe México.
Comúnmente invisibilizados, y cuyas arduas tareas son a menudo romantizadas sin dimensionar la energía y tiempo requeridos, los profesores son en primera instancia quienes más podrían disfrutar de los beneficios de la IA aplicada en la educación. Por ejemplo, en un reciente análisis de esta compañía global de TI líder en desarrollo de software y consultoría, llama la atención que al menos en Estados Unidos el modelo tradicional de docencia ya no es atractivo para los profesionales, afirmando 9 de cada 10 maestros sentirse agotados, lo que es un problema grave para la educación pública.
Save the teachers
Dado que una de las principales críticas a la retención de docentes es la falta de apoyo y alternativas de crecimiento, ayudarlos a mantenerse actualizados con las últimas tendencias y mejores prácticas en educación, puede mejorar ciertas deudas con ese gremio tan decisivo para el futuro de las naciones. Cabe recalcar que algo muy atractivo de la IA es su capacidad para aprender los estilos de enseñanza de los maestros, abriendo la posibilidad de tener oportunidades de desarrollo profesional adaptadas a las necesidades e intereses de cada uno de ellos.
“Cuando hablamos de educación, siempre ponemos en el centro al estudiante, y está bien. Pero, ¿qué hay de los encargados de impartirles el conocimiento? En general, los tiempos requeridos para que un profesor cumpla con todas sus tareas suelen rebasar lo presupuestado. Es una profesión de mucha vocación, pero que se puede optimizar. Con la inteligencia artificial, los maestros dispondrían de mayores lapsos para crear conexiones más significativas con los alumnos. Las herramientas basadas en IA pueden relajar su estrés laboral y a la vez mantener a los estudiantes motivados y comprometidos. Los alcances son realmente maravillosos. Es urgente explorar más sobre todas estas potencialidades que surgen de la data y los algoritmos”; agrega la especialista.
De acuerdo con la experta, en el caso particular de México y otros países en desarrollo, cinco maneras con las que la inteligencia artificial podría brindar oportunidades para mejorar la calidad y el alcance de la educación, aparte de las ya mencionadas como el valioso aprendizaje personalizado o las evaluaciones automatizadas, son:
Acceso a la educación, en áreas remotas o desfavorecidas sin los suficientes recursos educativos o profesores.
Tutoría virtual, brindando asistencia a los estudiantes en tiempo real de forma similar a como operan muchos chatbots comerciales, respondiendo preguntas y proporcionando explicaciones adicionales cuando sea necesario.
Enseñanza de idiomas, esencial para la comunicación y el acceso a información en el actual entorno global de alta competitividad.
Formación de docentes, proporcionar a los maestros sugerencias pedagógicas y estrategias para abordar las necesidades de aprendizaje de los alumnos.
Y contenidos educativos enriquecidos, no sólo con realidad virtual sino también mediante realidad aumentada y simulaciones interactivas, haciendo que el aprendizaje sea más atractivo y comprensible. “Sin embargo, para hacer realidad esta especie de lista de deseos de cara a una educación digital realmente smart, es importante tener en cuenta que la implementación de la inteligencia artificial en la educación en países en desarrollo también presenta desafíos, como la necesidad de infraestructura tecnológica adecuada, la capacitación de docentes y la consideración de cuestiones éticas y de privacidad. Afrontándolos estratégicamente, la IA tiene el potencial de nivelar el campo de juego y ofrecer oportunidades educativas a personas que de otro modo podrían estar marginadas”; concluye Fernanda Vázquez, L&D Partnership Senior Manager en SoftServe México.