Intercambio de datos y colaboración, acciones clave para fortalecer la seguridad pública

Por Mario Ulloa, Advisory Business Development Specialist, Public Safety & National Security, SAS

Garantizar la seguridad pública a los ciudadanos es una responsabilidad de los gobiernos en diferentes niveles desde la seguridad pública y ciudadana, hasta la seguridad nacional. Esto además de ser una demanda obligada por parte de los ciudadanos, esta está plasmada en las leyes fundamentales que los rigen.

En el actual entorno en el que el crimen y la violencia rebasan las fronteras y no se limita a grupos demográficos específicos, esto representa un enrome reto y proteger efectivamente a los ciudadanos, aplicar las leyes y crear una sensación de paz y seguridad requiere ir un paso más allá de la aplicación de esas leyes.  Por lo cual los diferentes niveles de gobierno y las organizaciones de seguridad y procuración de justicia exploran continuamente metodologías, procesos, estrategias y planes para reducir el crimen y la violencia a fin de garantizar la seguridad y bienestar de individuos, familias y comunidades.

Lo anterior no es un reto menor: se debe combatir el crimen, detener el tráfico de personas, resolver problemas alrededor de drogas y las adicciones, reducir la violencia de género, proteger las fronteras, por mencionar solamente algunos y todo de manera paralela y coordinada en varios niveles operativos y legales.

El despliegue de cuerpos de seguridad con equipos y procesos especializados, así como el fortalecimiento de los marcos jurídicos contribuye de forma importante a dicho propósito, pero esto sólo conforma uno de los engranes de una enorme maquinaria que debe ponerse en marcha para garantizar un entorno protegido en el que las personas y las organizaciones crezcan y se desarrollen.

Un engrane adicional de la estrategia de seguridad es la recolección, acceso, procesamiento y explotación del enorme universo de datos para extraer el valor y conocimiento o insights, de modo que estas instituciones de gobierno tengan capacidad de tomar decisiones clave alrededor del fortalecimiento de la seguridad.

Explotación dinámica de la información

Tener acceso los datos de las instituciones y que exista una colaboración e intercambio de estos entre las organizaciones de gobierno es algo complejo, principalmente al nivel de los acuerdos y la disposición de los funcionarios a cargo de resguardarlos, más que por aspectos técnicos. A veces no es suficiente que el poder ejecutivo de un país o un gobernador estatal dé la orden de compartirlos,

Si bien los convenios de colaboración interinstitucionales para compartir información crítica desde una base legal son importantes y facilitan el camino hacia la compartición de fuentes de información y datos de valor, es fundamental la operación diaria y coordinada, así como la implementación procesos y metodologías sustentadas en tecnologías que no solamente permiten su procesamiento, análisis y explotación integral,  sino que también brinden seguridad, en términos de acceso, confidencialidad, trazabilidad y disponibilidad de acuerdo con las funciones, atribuciones y objetivos de cada institución del gobierno.

Esto le da un gran dinamismo y credibilidad al uso de la información para garantizar la seguridad, ya que en principio se pueden utilizar tecnologías centradas en personas, organizaciones, objetos, lugares y eventos, donde cualquiera de estos elementos puede ser el tanto centro de una investigación, como el camino para la expansión y robustecimiento de esta. A partir de las fuentes de información y los datos disponibles y analizados se puede generar la inteligencia suficiente para acelerar los procesos de seguridad, los paquetes de inteligencia táctica o estratégica y las operaciones de campo a fin de resolver un problema o situación específica que representa un riesgo potencial para la seguridad de los ciudadanos, tanto de manera reactiva, como aún más importante, proactiva.

En nuestra región, América Latina, la calidad de los datos no es la ideal y esto representa un reto importante, ya que puede ser complejo procesarlos, limpiarlos y obtener el valor de ellos. Por ello, la tecnología analítica, la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje maquina (machine learning) son fundamentales para estos procesos de gestión para su correcto uso y explotación.

La inteligencia artificial, por ejemplo, deja a un lado la necesidad de hacer búsquedas manuales en diferentes fuentes o medios de acceso, descarta (o considera como opciones) los errores de dedo y permite que los analistas generen valor sin importar la ubicación, formato o la calidad de los datos previamente procesados. De igual forma permite, mediante procesos tecnológicos, detectar los patrones de comportamiento de los objetivos, las alteraciones de estos patrones y la mecánica de los eventos, que pueden ser actividades delictivas, a niveles tan granulares como el tipo de acto, las áreas más propensas al riesgo o las condiciones económicas, socioculturales y educativas imperantes en una zona que impactan en la seguridad de los ciudadanos.

La analítica de datos, por su parte, permite conformar un panorama amplio y detallado de los principales problemas que amenazan a la seguridad para determinar hacia dónde dirigir los esfuerzos de las fuerzas del orden y desarrollar desde planes operativos hasta políticas públicas. A manera de analogía, la analítica permite saber en qué pajar buscar, si hay una aguja en el pajar o si son muchas a fin no perder tiempo en buscar en el pajar equivocado o quedarnos solo con una aguja cuando hay mas riesgo.  

Ampliando el panorama

La conjunción de políticas públicas, legislación, procesos operativos y tecnologías contribuirá de manera importante a reforzar la seguridad, colocando siempre al ciudadano en el centro de las iniciativas desarrolladas para ello. De esta manera, los insights resultantes pueden ofrecer una visión amplia y completa de lo que sucede en el entorno tanto a nivel general, como con el detalle necesario, brindando los elementos primordiales para diseñar estrategias de protección altamente efectivas de corto, mediano y largo plazo, así como posibles pronósticos y acciones proactivas. Algunos ejemplos de esto son:

  • Es posible saber cómo están estructuradas las organizaciones criminales y su modus operandi. Esto es fundamental pues una organización criminal es jerárquica y está integrada en distintas “áreas de negocio” (tráfico de narcóticos, extorsión, secuestro, entre otras).
  • Descubrir la rivalidad entre cárteles, así como sus liderazgos, e incluso sus alianzas.
  • Revelar los riesgos al interior de una institución de seguridad o procuración de justicia, como amenazas internas o hasta insiders que revelan información sensible o actúan contrario a los objetivos de dicha institución.
  • Al mejorar la seguridad, es posible obtener mayor financiamiento, debidamente sustentado con datos para la adquisición de más equipamiento, herramientas y talento humano: patrullas, cámaras, especialistas, analistas, drones, sólo por mencionara algunos.
  • Reforzar la sensación de seguridad entre la población y mejorar la percepción que tiene la ciudadanía de las autoridades responsables de combatir el crimen e incluso evaluar el impacto de los planes y programas hacia la comunidad.

Los gobiernos y las autoridades seguirán inevitablemente enfrentando grandes retos en lo que a seguridad y procuración de justicia se refiere. ¿De qué manera deben actuar para colaborar, intercambiar datos y tener acceso a capacidades analíticas que les permitan prepararse para una crisis en esta área? Si bien no existe una receta, sí hay algunos aspectos que deben considerar y experiencias nacionales e internacionales muy valiosas.

Desde generar un cambio cultural para enfocarse en los objetivos primordiales y utilizar todos sus activos de datos disponibles para impulsar sus operaciones, hasta definir una estrategia y visión común al nivel necesario (estatal, regional o federal) que lleve a todos los niveles de gobierno a mejorar su coordinación, operaciones, así como innovar y tomar decisiones alrededor de sus políticas públicas. También es importante reconocer los éxitos que se deriven en una mejor transparencia, eficiencia, respuesta e interacción con sus ciudadanos.

Los gobiernos requieren nuevas herramientas para afrontar los riesgos a la seguridad y la procuración de justicia con los que se van a encontrar. La analítica, la inteligencia artificial, el machine learning y otras tecnologías pueden ayudarles a prepararse y afrontar el futuro.

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