Inteligencia, un componente vital para reforzar la seguridad desde los centros de control y comando

Por Mario Ulloa, Advisory Business Development Specialist, Public Safety & National Security

Una de las principales funciones del Estado es proveer seguridad a sus ciudadanos mediante la generación de leyes, políticas públicas y administrar los recursos encaminados a esta labor. Para cumplir esta misión que tiene como fin último el brindar la sensación de seguridad, el Estado, a través de las estructuras de gobierno de todos los niveles llevan a cabo diversas acciones que van desde incrementar el número de elementos de seguridad o unidades de vigilancia como vehículos, hasta multiplicar la cantidad de cámaras de vigilancia y, en función de esto, establecer infraestructuras para su operación como los centros de comando y control desde los cuales supervisar lo que ocurre en las calles y coordinar las actividades de respuesta.

Para contextualizar un poco es importante hablar de la evolución de estos centros que si bien, surgen de la doctrina militar, hoy son parte del mundo civil de la seguridad y el manejo de emergencias:

·  C2 – Comando y Control

·  C3 – Comando, Control y Comunicaciones

·  C4 – Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo

·  C5 – Comando, Control, Comunicaciones, Cómputo y CiberdefensaC5ISR – C5 + Inteligencia, Surveillance (Vigilancia) y Reconocimiento

Estos acrónimos pueden llegar a cambiar en cada gobierno (principalmente la última “C”) pero la esencia de la operación y objetivos se mantiene. Para fines de este documento, hablaremos genéricamente de centros de comando y control. 

El Caso Mexicano

Según datos del Gobierno de la Ciudad de México, el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5) opera y monitorea más de 15,000 cámaras de vigilancia para prevenir y alertar a las autoridades sobre cualquier situación de riesgo. Para finales de 2022, se prevé que esos dispositivos se eleven a 80,000 y se amplíe la cobertura en la capital del país.

Esta tendencia se observa también en otras regiones. En Monterrey, por ejemplo, se anunció recientemente que su C5 contará con 11,000 cámaras para vigilar la zona metropolitana, mientras que en todo el estado de Quintana Roo, se contabilizan 2,255.

Existen diversos estudios y debates sobre la cantidad de cámaras y horas que un operador tiene la capacidad de monitorear, así como la degradación en la eficacia que esta actividad tiene al paso del tiempo de un turno de trabajo. Un estudio de hace algunos años señalaba que después de 12 minutos, el operador perdía el 45% de lo que pasa en la pantalla, pero a los 22 minutos hasta el 95%, es decir que no puede ser una actividad puramente humana ya que esto implicaría tener cientos o miles de operadores con su respectiva infraestructura de operación y costo financiero.

Aquí es donde la tecnología analítica entra en juego.

Visualización limitada

La estrategia operativa y crecimiento de los centros de comando y control, sin importar las C’s de estos, así como los procesos y políticas de estos son establecidos por el nivel del gobierno al que pertenezcan y en función de esto, con una estrategia local o regional – estatal. En cualquier caso, el objetivo máximo es brindar seguridad y protección a la ciudadanía.

En México existe un importante avance en la implementación de centros de comando y control, sin embargo, el común denominador es que las acciones derivadas de la videovigilancia pública son más reactivas que proactivas, esto sin importar si se trata de temas de seguridad, tránsito o emergencias. En este sentido, las actividades de estas organizaciones son de coordinación de operativos y acciones puntuales, salvo “golpes de suerte” en donde el operador está viendo la cámara adecuada en el momento preciso en que ocurre una acción, o bien que el operador cuente con la experiencia y sensibilidad para detectar comportamientos previos a una acción de riesgo o ilícita. Estos operadores son un recurso escaso, caro y con alta rotación, por lo que no podemos esperar que el éxito de la estrategia de seguridad caiga en ellos. 

Está claro entonces que se debe buscar cómo evolucionar a lograr una operación proactiva desde el centro de comando y control que permita esa anticipación y reacción inmediata coordinada para cada evento y permitir que la velocidad de respuesta de las organizaciones de seguridad y emergencias sea óptima. Para lograr esto, cada uno de los componentes del centro de comando y control están incorporando tecnología para generación de inteligencia y analítica avanzada que permita potenciar la tecnología y recursos existentes.

Delincuentes en la mira

El uso de las mejores y más adecuadas tecnologías e innovaciones como la analítica, la inteligencia avanzada, la gestión de datos, la nube y el Internet de las Cosas, por mencionar algunas, son los pilares sobre los que se están construyendo las nuevas funcionalidades críticas de los centros de comando y control. Estas capacidades que se traducen en la práctica como el reconocimiento de imágenes (fotos y video), así como la identificación de patrones de comportamiento y relaciones que permiten a los analistas dedicar su tiempo a la explotación de la información generada y no a ser visores de cámaras.

Un ejemplo de esto sería cuando se emite una alerta en torno a un presunto delincuente con ciertas características y en cierta zona, mediante las herramientas de análisis de las imágenes captadas por las cámaras de vigilancia que cubren la zona de interés y es entonces cuando el sistema puede identificar al instante posibles sospechosos y dar seguimiento a su ubicación en tiempo real.

Si en el ejemplo anterior el objetivo fuera un vehículo, las herramientas de analítica tiene la capacidad de identificar características de éste o en un caso ideal, la matricula y a partir de ésta, dar seguimiento a lo largo de su recorrido por las calles y definir su ubicación y posible destino. Con esta información de inteligencia, la coordinación del centro de comando y control con el personal operativo en campo permite la toma de decisiones inmediatas para realizar acciones de prevención o reacción. Aquí es donde vemos cómo operan todas las C’s de estos centros.

Para ir un paso más allá, estos canales de comunicación directos y coordinados entre los distintos organismos públicos permiten tomar decisiones en múltiples aspectos de la operación del gobierno, desde decisiones de movilidad o manejo de desastres, hasta programas sociales o políticas públicas.

Un cerebro con miles de ojos y sentidos para generar inteligencia

La contribución de las tecnologías que se han mencionado es vital: establecer las conexiones neuronales para formar el cerebro que hará que los miles de ojos, en este caso las cámaras, realicen un análisis automatizado y más preciso de las imágenes y secuencias que registran los sistemas de gestión de video y que los sentidos que tiene el cerebro conectado, es decir los sensores o sistemas adicionales (llamadas de emergencia o Internet de las cosas – IoT), den una consciencia situacional mayor

La inteligencia resultante es la que hará que se muevan todos los engranes para coordinar una acción: reconocer a un delincuente a partir de sus rasgos faciales, las conexiones que establece una persona con otros individuos sospechosos, rastrear un vehículo con el que se desplaza un infractor o proporcionar datos únicos que le permiten al personal de campo tomar decisiones inmediatas y efectivas.

Esta inteligencia también es la que puede ayudar a marcar en el mapa los puntos críticos de conflicto y emplazar ahí las cámaras de videovigilancia adecuadas (no es lo mismo una cámara para ver el tráfico, reconocer una placa o identificar a una persona). Incluso decisiones como la implementación de torres de vigilancia móviles conectadas al centro de comando y control pueden ser de gran apoyo en situaciones y lugares excepcionales, como eventos multitudinarios (conciertos, partidos, mítines) o zonas de desastre. En todo esto, el centro de comando y control debe tener la información para tomar decisiones.

La adición de la capa de inteligencia a los C5 será, sin duda, un paso crítico para reforzar la seguridad y elevar la tranquilidad de los ciudadanos quienes, por ende, pueden mejorar su confianza respecto a las autoridades a cargo de su protección.

Por ahora, es vital que los todos los niveles de gobierno sigan enfocando su estrategia de seguridad pública a la evolución y madurez de los centros de comando y control, a fin de que cobren mayor conciencia del rol estratégico que está teniendo la tecnología y la innovación en su operación. Entonces, la pregunta final es ¿cómo puede ayudar la tecnología a lograr los resultados a los centros de inteligencia y alcanzar sus objetivos? La tecnología analítica de SAS en compañía del expertise y conocimiento de sus socios de negocio como Nugasys, permiten a las instituciones gubernamentales combatir y detener las amenazas emergentes, así como coordinar mejor las estrategias y la plani­ficación operativa.

Impulsar un cambio eficaz es posible mediante Centros de Inteligencia que puedan:

  • Minimizar el riesgo de que se pierda o se demore información valiosa.
  • Capturar, evaluar y refinar datos sin procesar para convertirlos en inteligencia.
  • Registrar fácilmente los informes de actividades sospechosas recibidos del público.
  • Obtener una visión precisa y actualizada de las amenazas actuales.
  • Ahorrar recursos con una única solución integral.
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