Por Ignacio Baca Torres
Uno de los principales propósitos que tenemos, como personas, es mantenernos sanos, y cuidar de nuestras vidas. Y para ello hay diversas formas de hacerlo, e incluso, podemos contar con aliados que nos ayuden con tal fin, pero ¿en dónde los podemos encontrar? En varias partes, y con diversos conocimientos, pero en esta ocasión nos referiremos a una especialidad en particular: el blindaje.
Para empezar, ¿qué es el blindaje? Bueno, se trata de una barrera física que detiene diversas clases de proyectiles, como son las balas disparadas por armas de fuego de diferentes tipos y calibres, que precisamente al toparse con la superficie protegida provocan un daño menor o inclusive nulo, lo cual asegura la preservación de una o más vidas.
Sin embargo, se debe considerar que el blindaje como lo es en el caso automotriz; no sirve para enfrentar un riesgo, sino para evadir el peligro que representa un ataque armado, con el propósito de resultar ilesos y huir. De hecho, se sabe que los atacantes tardan en promedio seis segundos en iniciar y terminar un ataque[1], pero los vehículos blindados brindan a los usuarios el tiempo para analizar el tipo de agresión que se está recibiendo, evaluar las posibles decisiones y finalmente huir.
Para entender mejor el alcance de la protección que ofrece el blindaje, y debido a la falta de estadísticas e información actualizada que existe en el país, en todos los ámbitos, podrían considerarse las cifras que arrojan el mercado y la industria del blindaje en EUA para ilustrar el tema del cual estamos hablando, y refiriéndonos a dos de las variantes del blindaje: el de autos y el de los chalecos.
Por ejemplo, se sabe que las probabilidades de morir en un accidente automovilístico son de alrededor de una en cinco mil, pero las de morir en un vehículo blindado, por accidente, son de alrededor de una en 30 mil, es decir, es seis veces menos probable. También se reconoce que la mayoría de los ataques a los automóviles se dirigen hacia los cristales, por lo que estos elementos son de gran importancia para conservar la vida del conductor y pasajeros.
Un hecho comprobable es que con el transcurso del tiempo, la industria del blindaje ha mejorado la composición y calidad de la materia prima. Los materiales se han vuelto más ligeros y, si bien anteriormente solo se podían blindar vehículos de ciertas dimensiones y capacidades, con motores específicos, actualmente se pueden blindar vehículos de cuatro, seis y ocho cilindros, e incluso ya se está trabajando sobre los vehículos híbridos y los eléctricos.
Y en ese sentido, quienes integramos este sector buscamos promover el concepto del blindaje 360 grados para ofrecer una protección más completa de los pasajeros. La idea es que toda la cabina quede protegida, de piso a techo, en todas las paredes, incluyendo los postes, los cristales, incluso los asientos, es decir, las partes opacas y las transparentes, y hasta los neumáticos, si se requiere.
Por cierto, si bien los ataques terroristas y los secuestros son la principal razón del aumento de las ventas de vehículos blindados en todo el mundo, también vale la pena recordar que para preservar la
vida humana, la industria del blindaje también se ha especializado en diseñar prendas protectoras contra ataques armados a través de los chalecos antibalas, que usan principalmente las fuerzas del orden, pero que también los requieren los civiles.
Como sector, nos interesaría contar con estadísticas que indicaran cuántas vidas salvan este tipo de chalecos, porque podríamos confirmar que lo que estamos haciendo está cumpliendo su cometido, y además nos serviría para registrar los daños y efectos causados por una agresión con alguna arma. Tal información se usaría para aplicar una mejor ingeniería en nuestros productos y así desarrollarlos de una forma óptima.
Para ilustrar la importancia de este tipo de chalecos para salvar vidas, podemos considerar un estudio realizado en EUA[1] que informa que de 637 agentes que recibieron un disparo con arma de fuego en el torso, y portaban chalecos antibalas, registraron un 76 por ciento menos de probabilidades de morir que los que no los vestían. Así que si se equipase a todos los policías con blindaje, se salvarían al menos 8,5 vidas por año; un beneficio que es casi el doble del costo[2].
Sin embargo, a pesar de la falta de datos duros que ilustren el panorama de los chalecos blindados en nuestro país, los fabricantes de los mismos tienen confianza en que sus productos siguen teniendo demanda y no han recibido algún reclamo o devoluciones, y lo cierto es que un oficial que recibe un disparo que impacte en su chaleco, tiene tres veces más probabilidades de sobrevivir a un ataque, que sin la protección.
Para avalar tal aseveración, de acuerdo con otro informe[3] se encontró que el 29 por ciento de los oficiales que vestían chalecos cuando recibieron disparos, fallecieron, pero solo una de esas muertes se debió a una falla del chaleco. Los otros decesos se debieron a disparos que golpearon al oficial asesinado en áreas del cuerpo que no estaban cubiertas por el chaleco, o por un proyectil de arma de fuego que el chaleco no estaba diseñado para resistir.
La tecnología en el desarrollo de los chalecos antibalas también ha alcanzado un avance significativo; de los 8 kg. que pesaba un chaleco 25 años atrás, actualmente hay modelos que pesan hasta 2.8 kg. gracias a su materia prima y a diseños más avanzados que protegen el tórax, los órganos vitales, la espalda y los costados, y no solamente de un ataque con bala, sino de arma banca si es una protección adicional requerida.
Habrá quienes consideren que adquirir un chaleco blindado representa un costo alto, y más aún, blindar un auto, pero el precio que se paga, en cualquier caso, se justifica. Desde luego, para decidir lo que debemos adquirir, requerimos de un análisis de riesgos que considere nuestras actividades, rutas, horarios de entrada y salida, y qué eventos nos podrían afectar y ponernos en riesgo; se trata de proteger mejor nuestro bien máximo: nuestra vida y la de los nuestros, que al final no tiene precio.
* Ignacio Baca Torres es socio y director ejecutivo en Baher Asesores Integrales. Estudió la licenciatura en Administración Restaurantera y cuenta con un diplomado en Dirección de Seguridad generación 2003 por la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid España. Tiene experiencia de más de 20 años en el ramo del blindaje personal. Inició sus labores en el área de Producción y Gestión de Calidad y actualmente ocupa la dirección ejecutiva de BAHER (empresa con mas 30 años de experiencia en blindaje corporal) Dentro del Consejo Nacional de la Industria de la Balística ha fungido como secretario y también como presidente de la Comisión de Blindaje Corporal. Actualmente es presidente de la Comisión Ejecutiva del CNB.
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