De MANELICH CASTILLA para El Heraldo de México
La saña empleada para desaparecer a la Policía Federal y construir sobre sus cenizas la Guardia Nacional generó un in pass utilizado por los grupos criminales.
“Una idea escrita es una idea herida y esclavizada a una cierta forma material”, dice Rosa Montero [La loca de la casa, Alfaguara, 2003]. Compartir ideas nos torna verdugos de nuestros pensamientos, que ya plasmados, construyen el mapa hacia una especial intimidad que abrimos ante quienes nos leen, siempre menos de los que quisiéramos y más de los que quizás el escrito merezca.
La cuestión se complica más cuando se es fiel a un mismo eje temático. Son muchas las diferencias entre textos de carácter académico o estrictamente periodístico -que exigen rigor técnico y cierta metodología para considerarse serios- y el ejercicio de despertar reflexiones e insinuar hojas de ruta para alcanzar ciertos objetivos de manera menos formal. Sin considerar los primeros, sería un despropósito intentar lo segundo.
Así, desde hace más de 2 años, las páginas de El Heraldo de México han resguardado un compendio de mis “ideas heridas y esclavizadas” en torno a seguridad pública, función policial, inteligencia y otros temas afines. Nada ha cambiado mi visión sobre esta relevante función del Estado y creo tener convicción sobre el rumbo que quisiera para México en la materia. A poco más de la mitad del camino de la actual administración el escenario no es optimista. La saña empleada para desaparecer a la Policía Federal y construir sobre sus cenizas la Guardia Nacional generó un in pass utilizado por los grupos criminales para emprender nuevas conquistas territoriales y apoderarse de mercados tan lucrativos como el del fentanilo.
A pesar del esfuerzo por quintuplicar el estado de fuerza que existía en la desaparecida corporación, los niveles de violencia no solamente no han cedido, sino que los datos oficiales indican que este sexenio será el de más víctimas fatales en la historia por causas de la criminalidad. Esto de ninguna manera es culpa de la Guardia Nacional, sino de un defecto en la política criminal imperante, que en sentido estricto, tiene más tintes de política partidista.
¿Pudiera cambiar el statu quo? Absolutamente sí, pero eso implica un golpe de timón en la actual estrategia federal. Van algunas propuestas:
1. Detener el desmantelamiento de lo que resta de la policía civil. La fuerza de la Guardia Nacional se dejará ver si es respaldada por quienes tienen amplia experiencia investigando delitos.
2. Cambiar “abrazos no balazos” por objetivos prioritarios y acompañamiento interinstitucional a las carpetas de investigación.
3. Recapturar al delincuente liberado en Culiacán por instrucción presidencial. Se recuperaría legitimidad institucional en la persecución legal a ese grupo criminal.
4. Analizar el caso de la CDMX y su patrón de mejores prácticas: mando civil, inteligencia de campo y gabinete, judicialización de casos y coordinación con instancias federales para ciertas operaciones. No es tema menor la disminución de 50% en homicidios. Fórmula similar debe aplicarse en las 7 entidades más violentas.
5. Fortalecer a la Agencia de Investigación Criminal y a la CONASE. Cinco heridas abiertas y esclavizadas con el deseo de que, al considerarse, puedan sanar.