Economía bajo demanda: ¿En qué consiste y cómo puede optimizar la inversión?

Mucho se ha hablado de la economía colaborativa, la economía digital o la economía bajo demanda en los últimos años en varios sectores, giros e industrias mundiales, ya que estos nuevos modelos permiten a las personas y las empresas utilizar, intercambiar, compartir o invertir en recursos o productos sin necesidad de que exista una transacción económica en medio.

Esto rompe con todos los preceptos que existían del intercambio comercial hasta ahora y, por ello, los modelos de producción, consumo o financiación que se basan en la actividad generada por la oferta y la demanda entre iguales —de manera particular o profesional— han tenido profundos cambios en la época reciente: como consecuencia, se ha producido el surgimiento de nuevas y novedosas empresas que han podido transformar los paradigmas.

Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando decimos “economía bajo demanda”? ¿Es lo mismo que economía colaborativa? Si quieres resolver estas dudas, ¡lee este post hasta el final y sé un experto en el tema!

¿Qué es economía bajo demanda?

La economía bajo demanda —on-demand economy en inglés— se define como la actividad comercial donde solo se generan productos y servicios luego de haberse realizado la venta del mismo.

En otras palabras, las empresas que practican este modelo ejecutan las operaciones de generación de valor, como la contratación, diseño, manufactura y entrega del bien o del recurso, cuando se haya concretado la compra por parte del cliente.

Una de sus características y naturalezas básicas es que sus procesos están basados en soluciones de transformación digital, por lo cual gracias a la hiperconectividad y dispositivos digitales que existen en la actualidad, los costos y logística para generar el producto o servicio son muy bajos.

Podemos decir que la economía bajo demanda es la evolución natural de la economía colaborativa, la cual consiste en un modelo económico basado en el intercambio, alquiler o uso compartido de bienes y servicios a través de plataformas digitales.

Algunas personas pueden pensar en plataformas de economía colaborativa —por ejemplo, Uber— como parte del cúmulo de opciones que ofrece la economía bajo demanda, pero existe un factor diferencial que hace que aún no puedan ser incluidas en la misma categoría: la profesionalidad de quienes prestan el servicio.

En efecto, la on-demand economy va más allá de un simple servicio realizado por cualquier persona y contempla en su modelo el ofrecimiento de bienes y recursos hechos por profesionales del área; en esto se basa gran parte de su éxito: en lugar de ofrecer productos terminados al mercado, como una empresa tradicional haría, su modelo comercializa las ideas que los especialistas pueden llevar a la realidad y los consumidores o empresas que adquieren estos recursos pagan por la que más potencial tenga.

Esto permite que múltiples profesionales del mundo —donde predominan abogados, programadores, diseñadores web, consultores, redactores y demás— puedan exponer sus proyectos y sus alcances a clientes potenciales sin siquiera tener que manufacturar o crear proyectos con el simple propósito de exhibir sus habilidades.

Por otra parte, quienes pagan por este bien, también pueden especificar la tarea para la cual necesitan asesoramiento o colaboración y el precio que están dispuestos a pagar por ella, de manera que funciona como una especie de puja por el proyecto que estimula el balance entre la demanda y la oferta.

Sin lugar a dudas, este modelo puede ser perfecto para quienes buscan invertir en una empresa que no se diluirá en stocks y mercancías, sino más bien en ampliar su participación en el mercado y mejorar digitalmente a través de soluciones de tecnologías de la información (TI).

Lógicamente, todo lo que se ha dicho hasta ahora puede resultar un poco familiar con la economía colaborativa. Sin embargo, existen amplias diferencias que separan a un modelo del otro.
¡Conócelas de inmediato!

Economía bajo demanda vs. economía de acceso vs. economía colaborativa

A pesar de que todas han estado creciendo, sobre todo en los años posteriores al 2000, ha existido una diferenciación muy marcada de los tres conceptos, especialmente en la última década.

Si bien el denominador común de este trío son las comunidades que se forman bajo su modelo y su respectivo apoyo en herramientas digitales para existir, es muy sencillo ver las discrepancias. ¿Aún no las reconoces? ¡Sigue leyendo!

Economía colaborativa

La esencia pura del modelo es que puede o no tener contraprestación financiera en sus transacciones. ¿Qué significa esto? Que es posible que exista o no un intercambio económico durante la actividad.

El uso compartido de coches, casas o el crowdfunding son solo algunos ejemplos de cómo la economía colaborativa puede presentarse en el mercado.

En algunos casos, las aplicaciones de trueques que han surgido sirven perfectamente para ejemplificar su naturaleza en la que no hay dinero presente de por medio.

Economía de acceso

Este otro modelo —del cual no se ha hablado hasta ahora en este artículo— se presenta cuando una empresa proporciona un servicio y pone a disposición de sus clientes bienes de uso temporal.

Por ejemplo, el famoso “carsharing“, donde los usuarios pueden compartir provisionalmente un coche, que es propiedad de una compañía, entre varias personas de manera no simultánea.

Otro ejemplo claro de esto son los “co-workings” o espacios de trabajo propiedad de otras compañías, donde empresas pueden “rentar” esos espacios por periodos de tiempo determinados: gracias a la ambientación, iluminación, equipamiento o mobiliario, profesionales, diseñadores, artesanos o cualquier tipo de persona, una organización puede ejecutar sus labores de manera más óptima.

Economía bajo demanda

Por su parte, la economía bajo demanda —el tema que nos ocupa en este material— se trata de una actividad que supone una relación comercial entre personas, usuarios o empresas con un profesional que presta un servicio específico.

Existe un intercambio financiero en este modelo, por lo cual no entra en la economía colaborativa y, del mismo modo, solo es el profesional quien ofrece sus talentos al mercado sin ser bienes que se rentan provisionalmente, aspecto que lo separa de la economía de acceso.

Con esto, ya queda muy claro que la economía bajo demanda es en sí un modelo independiente y con características muy específicas y apartadas de otras especialidades y estrategias de negocios.

¿Cómo puede una empresa beneficiarse de la economía bajo demanda?

Ya se ha hablado claramente que la on-demand economy es un segmento que conecta a profesionales con personas o empresas que requieren sus servicios. A partir de esto, es natural preguntar: ¿cómo puede optimizarse la inversión de una organización a través de la economía bajo demanda?

Para responder esta interrogante, es necesario aclarar que los servicios y bienes que se ofrecen bajo este modelo están apoyados en la tecnología, es decir, gran parte de los beneficios que se obtienen de sumarse a esta tendencia es precisamente optimizar los recursos de la empresa sin impactar negativamente la productividad.

Bajo este concepto, usar sistemas de TI en la nube se presenta como una solución ideal para obtener solo los recursos necesarios que sean útiles para el funcionamiento de la empresa sin tener que pagar de más por productos y servicios que no se utilizan o aprovechan.

En este sentido, las empresas podrán optimizar sus inversiones al subcontratar profesionales —como programadores, diseñadores, consultores, abogados, contadores e infinidad de opciones más— que cumplan un rol específico o, incluso, una tarea individual sin tener que desembolsar capital a priori y solo cuando se obtiene lo que se desea.

Además, con el valor añadido que brindan las TI en la nube, la organización podrá gestionar y mantener contacto directo con los proveedores de los servicios en todo momento, monitorear los avances y revisar los resultados en tiempo real sin la necesidad de contratar personal fijo.

Estos hechos evidencian la importancia y relevancia que han adquirido estos modelos, en especial el de economía bajo demanda a nivel corporativo, gracias a sus particularidades y beneficios, entre los que destaca evitar gastos innecesarios y contrataciones mal dirigidas en sus proyectos.

Conclusión

Si tu empresa necesita transformarse digitalmente y, al mismo tiempo, no perder recursos como dinero y tiempo en modificaciones y procesos de adaptación, la economía bajo demanda surge como una opción perfecta para maximizar el provecho del capital que se posee y apoyarse en la tecnología en la nube y TI como palancas con el fin de eficientar los procesos.

Según todo lo mencionado hasta aquí, podemos decir que el principio de que el acceso es mejor que la propiedad, cobra más sentido que nunca y se puede crear más abundancia a nivel empresarial y social —de manera absoluta y relativa— con prácticas eficientes y procesos capaces de intercambiar valor.

¡Muy bien! Ya conoces en qué consisten el modelo de consumo bajo demanda y sus diferencias con la economía de acceso y la economía colaborativa, además de su rol en la rentabilización de la inversión de una empresa.

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