A partir de la criminalística clásica se ha reducido a la escena del crimen a un espacio acotado, el cual podía delimitarse a través de técnicas de conservación de evidencias para registrar todas las huellas posibles, pero la metodología del criminalista no cambió ni se adaptó a los alcances y el potencial ilimitado de una escena del crimen que ya no solo tiene una función instrumental de laboratorio, sino que tiene en sí misma la representación de un crimen como hecho vivo, no como un vestigio, sino como acción en curso de lo criminal.
Para ejemplificar de un modo más claro este hallazgo de impacto ilimitado en incontenible, los crímenes trasnacionales son los que mejor ilustran esta escena del crimen tan distinta a la tradicional: el ataque a las Torres Gemelas en 2001, es una escena del crimen ilimitada, donde el descontrol del acontecimiento altera constantemente dicha escena, imposibilitándola como elemento de prueba para una investigación, pero la escena del crimen demuestra en este caso que puede cumplir con otras funciones en el desarrollo del acto criminal.
No existe forma de llegar después a una escena del crimen de alcance ilimitado, el investigador criminalístico se enfrenta a la constante del crimen, a la acción continua de lo criminal, aunque el perpetrador ya no esté ahí, incluso, tal como ocurre con la escena del crimen del terrorismo transnacional de grupos como el Estado Islámico, los perpetradores reivindican el ataque, antes de que las investigaciones arrojen siquiera un presunto culpable.
¿Para qué ha servido a lo largo de la historia la escena del crimen a la técnica criminalística?, exclusivamente como el espacio afectado por la acción criminal y que es necesario para la recolección registro de evidencias científicas. En el caso de la criminología, ¿de qué le ha servido la escena del crimen?, para hallar sospechosos y determinar culpables. Sin embargo, nuestra línea de investigación apunta más allá de una visión positivista de causa y efecto en la que se ha estancado a la escena del crimen, de la cual se habla en términos de recorridos y protocolos, pero no como un fenómeno criminal mucho más amplio.
Si se pretende avanzar en materia penal y criminológica al observar crímenes transnacionales como terrorismo, narcotráfico, trata de personas, desaparición forzada, tráfico de armas, lavado de dinero y hasta genocidio, se requiere entender y estudiar los alcances ilimitados de la escena del crimen no sólo para verla como parte del efecto de un crimen, sino como el crimen en sí.
Dejar una escena del crimen como mensaje incidental ya no es concebible, en el siglo XXI, el terrorismo transnacional ha elaborado más que escenas del, escenas para el crimen, lo que hace pensar en una estrategia, en un diseño, incluso en una arquitectura o espacialidad para que tenga un lugar ilimitado el crimen, mismo que puede ser diferido o trasladado según sea el objetivo, según quién o quienes sean esta nueva especie de víctima que muchas veces es una audiencia observadora de esta escena ilimitada.
La ilimitada escena del crimen también nos demuestra que el contacto físico directo no es requisito indispensable, pues la escena lo tiene todo: amenaza, temor, invitación, atracción, violencia, tortura, asesinato, anonimato, y todas las expresiones posibles. Se podría decir que también el cubrirse el rostro es un elemento más para la escena, porque toda representación ostenta su autoría, tal como lo hacen los propios grupos terroristas cuando emiten una videograbación adjudicándose un ataque, aquí no hay individuos, sino toda una agrupación criminal abiertamente culpable.
La escena del crimen debe ser el elemento de estudio para la prevención de delitos transnacionales, y el análisis riguroso de esta no puede restringirse al plano instrumental de la recolección de evidencias, sino dar el siguiente paso a valorar dicha escena como eje transversal para entender la naturaleza del crimen a gran escala, en una era donde prácticamente ningún crimen es de tipo doméstico o particular, estamos en una fase digamos “meta global” del delito.
*Yuriria Rodríguez Castro es académica en la UNAM y tiene un Doctorado en Ciencias Penales y Política Criminal desde el cual ha impulsado una nueva línea de investigación sobre los alcances ilimitados de la escena del crimen y la prevención del terrorismo.
Por Yuriria Rodríguez Castro