Cae una lluvia torrencial en un área densamente poblada. Los niveles se elevan rápidamente. Al llegar a un punto determinado, un sensor envía una señal a un centro de control desde el cual se abren unas compuertas que aceleran el desahogo de las aguas pluviales para evitar inundaciones.
En otro lugar, un gobierno estatal ha realizado un análisis exhaustivo de la salud de sus habitantes, a partir de información recopilada de expedientes médicos, con el objetivo de contar con medicinas y personal suficientes para tratar a pacientes que padecen enfermedades crónico-degenerativas y desarrollar programas de prevención.
Del mismo modo, otro gobierno estatal ha obtenido mayor control de los gastos que ha ejercido durante su gestión. Sabe que tiene todos los datos transaccionales de egresos que son generados diariamente por el GRP, y con su nueva capa analítica, le brinda a la Secretaría de Finanzas, mayor visibilidad, control, mejor toma de decisión y optimización de los gastos.
Por último, otro gobierno estatal genera diariamente datos de los incidentes, robos y asaltos que ocurren en diferentes ciudades. Con el apoyo de la visión artificial crea modelos basados en técnicas y algoritmos para identificar mediante imágenes, los comportamientos habituales y extraños, para así detectar anomalías, tales como robos, choques o hechos delictivo que lleven a una toma de decisión oportuna y en beneficio de la comunidad.
El punto de coincidencia en los casos previamente expuestos, y en otros muchos, es la utilización de datos para resolver problemas específicos que garanticen a los ciudadanos tranquilidad, salud y seguridad.
Los volúmenes de datos que se generan a diario son enormes, y constituyen la materia prima de iniciativas de ciudades y gobiernos inteligentes en todo el orbe. Para su aprovechamiento las administraciones oficiales requieren de tecnologías analíticas efectivas, complementadas por soluciones de gestión de datos, Internet de las Cosas (IoT), Big Data, inteligencia de ciudadanos.
Los gobiernos municipales, estatales y federales enfrentan también retos significativos en el momento de implementar estrategias enfocadas a modernizarse. En primera instancia, normalmente trabajan en entornos descentralizados en los que sus diferentes áreas operan de forma independiente, duplicando datos y complicando la correlación de los mismos.
Asimismo, se esfuerzan por lograr que soluciones de distintos proveedores interactúen -hardware, telecomunicaciones y software-, compiten por talento especializado con el sector privado, y tienen presupuestos limitados para implementar nuevas tecnologías.
Es evidente que no pueden transformarse totalmente de la noche a la mañana. Es un proceso gradual con metas de corto y median plazo, en el que contar con un marco analítico resulta altamente efectivo para acceder y analizar todos los datos que generará cada organismo gubernamental.
Todo comienza con los líderes que entienden y creen en el valor de aplicar la analítica a los departamentos y divisiones para optimizar los servicios y la infraestructura, y cómo ésta puede mejorar la vida de los ciudadanos.
Es vital, además, determinar la criticidad de los problemas que se busca resolver, la cantidad de datos que ya se tienen al respecto y los beneficios de solucionarlos.
En este sentido, existen más datos almacenados de los que los funcionarios y el personal de TI tienen conocimiento, por lo que es crucial saber dónde se encuentran, su calidad, cómo se crearon y quién es el “dueño” de los mismos. A partir de ahí, los tomadores de decisiones pueden determinar si tienen los datos adecuados y están disponibles para aprovechar una solución dada.
En México, instituciones gubernamentales ya están aprovechando las soluciones analíticas de SAS para beneficio de los ciudadanos. Con iniciativas como el Centro de Analítica y Monitoreo, el Portal de Datos Abiertos, Servicios de Salud, y Seguridad Pública, entre otros, las entidades estatales pueden estar a la vanguardia en el país.
Entre los resultados que las instituciones están obteniendo se incluye el incremento en la tasa de recaudación, conocer el sentimiento de los ciudadanos en redes sociales, la aplicación de programas preventivos (seguridad), la utilización de video-muros para visualizar incidentes, medicina preventiva, el modelado del comportamiento socio-económico en la educación estatal, y la transparencia en la rendición de cuentas.
Con la visión y el apoyo adecuados, junto con un marco analítico flexible que puede ampliarse con el tiempo, los gobiernos pueden sentar una base robusta para llevar a cabo iniciativas de ciudades inteligentes en el corto y largo plazo.
Por Héctor Cobo, VP Regional, SAS México, Caribe y Centroamérica.