por David Lee
Llegamos al final de un año prácticamente sumergido en la pandemia donde lo que queremos simplemente es que ya se acabe. Un año de encierro que no vislumbra, hasta hoy, un final determinado y que nos plantea por ello mismo incertidumbre hacia el futuro.
Un año que aún cuando muchos, por ignorancia o terquedad, siguen sin atender las recomendaciones de prevención ante el enemigo invisible del virus, nos obligó a todos a adoptar nuevas formas y hábitos de higiene, así como de estudio, trabajo y socialización.
Un ciclo en el que tristemente muchísimos otros experimentaron, amén de la pérdida de sus familiares, su trabajo o negocio, el surgimiento o incremento, en sus propios hogares, de la violencia en alguna o todas sus modalidades.
Acaba, asimismo, un año menos frívolo en el que muchos nos percatamos o reafirmamos que las cosas superfluas son así, superfluas: que no cumplen ni desempeñan una función valiosa en nuestras vidas y que lo más importante en ellas es la vida misma.
Hoy la reflexión en este espacio no será de seguridad pública, ni tampoco de seguridad ciudadana, el momento exige y nos obliga a pensar en la seguridad humana.
Es preciso comprender que se trata de defender nuestro derecho a un ambiente sano, a la calidad de vida, a la paz, al desarrollo, a todo lo que se vincule con la solidaridad de las personas pues la vida de todos está siendo gravemente impactada.
La seguridad, en ese sentido amplio de humanidad, precisa de la colaboración de todos y a todos los niveles para poder vivir sin miedo, sin carencias y sin tratos indignos.
En este fin de año tan único y especial, donde muy probablemente no podrás estar reunido con todos tus seres queridos y cuando el acto de reflexión que tengas te obligue, después de pensar en lo tuyo, a pensar en todo lo demás, pienses en eso, en los demás.
Al hacerlo, quizá comprendas que jamás podrás vivir y estar bien, si no viven y están bien los demás.
Proponte para el nuevo año replantear tu forma de pensar, ser y actuar, pues no se trata simplemente de ti y los tuyos, sino de todos a tu alrededor: de la gente en tu comunidad, de las personas en tu escuela, en tu trabajo y en sí, de toda la sociedad.
Te deseamos que pases, en lo posible, unas felices y reflexivas fiestas, que no pierdas la fé y la esperanza de que saldremos adelante de esta calamidad y cualquier otra adversidad que se nos presente.
Recuerda que en la medida en la que aprendamos a vernos como un todo, todos habremos hecho lo nuestro para trabajar
Por un Futuro más Seguro.