por David Lee, Manual de Seguridad
La explotación de niñas, niños y adolescentes, conlleva una serie de prácticas delictivas que degradan y amenazan la integridad física y psicológica de las personas victimizadas. Representa una violación fundamental de sus derechos y constituye una forma de violencia. La víctima es tratada como un objeto y una mercancía.
Comprende todo tipo de actividad en que una persona usa el cuerpo de un niño, niña o adolescente, para sacar ventaja o provecho económico, sobre la base de una relación de poder, considerándose explotador tanto aquel que intermedia u ofrece la posibilidad de la relación a un tercero, como al que mantiene la misma con el menor, no importando si ésta es frecuente, ocasional o permanente.
Se manifiesta a través de:
- Prostitución infantil.
- Uso de niños y adolescentes en pornografía.
- Trata con fines de género.
- Venta y tráfico de menores.
- Turismo sexual.
- Matrimonio precoz.
- Otras forma menos obvias, mediante la servidumbre doméstica o el trabajo forzoso.
México constituye uno de los principales países, en América Latina, que presenta las cifras más altas en lo que respecta a la trata, tráfico y explotación de personas. El Inegi señalaba, desde 2013, que 3.6 millones de personas son utilizadas con estos fines en el país. De ellas, el 31% son menores de edad entre 5 y 17 años, el 69% restante, personas migrantes e indígenas.
En días recientes, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, en entrevista con ADN40, señalaba que el delito de turismo sexual infantil deja ganancias de 12,000 millones de dólares en América Latina e indicaba que el incremento de éste, en México, es del 107% de 2019 a 2020.
De acuerdo con un estudio de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México, la trata de personas es el segundo negocio ilícito más redituable para la delincuencia organizada, sólo por debajo del narcotráfico y por encima del tráfico de armas.
Si bien es preciso reconocer que se han logrado importantes avances en materia legislativa en el país, con leyes que castigan este terrible flagelo, es preciso reconocer, al mismo tiempo, que existe una urgente necesidad de desarrollar planes de acción enfocados a prevenir, atender y erradicar la explotación de menores.
En ese sentido, podemos y debemos implementar estrategias de prevención desde la educación, pues representa en sí misma un factor de protección para los menores en muchos aspectos. El hecho mismo de vincularlos a una red social educativa, cualquiera que ésta sea, además de formarlos y prevenirlos, podrá asistirlos y ofrecerles ayuda, para intervenir en situaciones difíciles o de emergencia.
No basta, sin embargo, la buena voluntad, sino además una buena guía. Por esta razón, ponemos a tu disposición, aquí, dos importantes documentos del “Proyecto ECPAT para América Latina de Prevención de la Demanda y Reducción de la Tolerancia Social hacia la Explotación Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes”:
En la medida en la que eduquemos a nuestros hijos y nos ocupemos de sensibilizar y educar a las personas a su alrededor respecto de estos temas, estaremos contribuyendo a prevenir, atender y, eventualmente, a erradicar este grave problema.