Juan Manuel Gómez, Director de ventas Workspaces para Citrix Latinoamérica y El Caribe
A medida que la inteligencia artificial se va alejando de la ciencia ficción y se va acercando a nuestra realidad cotidiana, surgen muchos interrogantes sobre qué rol tendrá en el futuro del trabajo. Las opiniones parecen estar divididas. Algunos creen que volverá más inteligentes a los negocios, procesos y experiencias. Otros, están seguros de que- paulatinamente- las maquinas reemplazarán a los humanos. Desde mi punto de vista, la realidad no será tan extrema, pero sí habrá cambios.
En 1943 Dorothy Vaughan trabajaba en una de las unidades de computación de la NASA haciendo cálculos mentales. Con el tiempo la NASA decidió introducir ordenadores IBM con el objetivo de automatizar los cálculos reemplazando a las “computadoras humanas”. Dorothy percibió en ese avance tecnológico la posibilidad de perder su empleo, por eso decidió estudiar la IBM, aprender a programarla hasta volverse experta entendiendo que la maquina no podía hacerlo por sí misma. La forma en que asumió los desafíos de su contexto no sólo le permitió conservar su empleo sino el de sus compañeras a las que les enseñó también a programar. Ella pudo ver a la computadora como una herramienta que iba a necesitar del conocimiento humano. Claramente, la IA no es el primer avance tecnológico que parece amenazar nuestro trabajo pero ni el miedo ni las suposiciones son el camino para construir el futuro del trabajo.
La inteligencia artificial puede trabajar para nosotros
La IA es una herramienta. Y como muchas otras sirven para hacernos más capaces, eficientes y productivos. Los sistemas de IA pueden ayudarnos a evitar tareas repetitivas, pero con el objetivo de volvernos más eficaces, y no prescindibles. Por ejemplo, uno de los usos principales de la IA es el reconocimiento de patrones. Si lo analizamos desde el punto de vista de seguridad, permitiría detectar una actividad o comportamiento irregular en un entorno de TI que podría indicar una falla de seguridad. Sin inteligencia artificial, debemos destinar mayor mano de obra humana a esa tarea y, aun así, no podemos detectar todas las irregularidades, ni impedir todas las fallas, ni abordar todos los problemas de vulnerabilidad. Mientras tanto, el negocio se ve expuesto.
Si se utiliza la inteligencia artificial para detectar irregularidades y amenazas en segundo plano, mediante las capacidades que les enseñamos, el departamento de TI puede enfocar sus esfuerzos en realizar un abordaje más holístico de la seguridad. Y en particular, si hacemos que la tecnología sea más inteligente, podemos enfocarnos en el punto débil en materia de seguridad que todas las empresas tienen: el factor humano. Los sistemas más inteligentes nos brindan experiencias de trabajo más simples y más seguras. Un espacio de trabajo inteligente puede incluir un inicio de sesión más rápido (evitando que el usuario caiga en la tentación de buscar un atajo o anotar las contraseñas en un papel), eliminar la necesidad de armar listas negras y blancas de aplicaciones (algo que los empleados, en la búsqueda de mayor productividad, detestan), permitir una conectividad segura en redes públicas (dedicado a los que les encanta usar el WiFi de cada café en el que deciden trabajar), y más.
En este caso, la IA hace que el trabajo del equipo de seguridad dé mejores resultados sin quitarles el empleo. En segundo lugar, también hace que toda la fuerza laboral sea más eficaz mediante un aumento de la eficiencia y de la flexibilidad en la forma de trabajar, lo que puede tener un impacto aún mayor. Cuando los empleados tienen la posibilidad de trabajar de manera más simple y desde distintos lugares, aportan mayor valor al negocio porque impulsan su crecimiento, y esto, a su vez, aumenta la necesidad de la empresa de incorporar mayor fuerza laboral. En ese sentido, la IA no reemplaza al trabajador, sino que lo potencia, lo que beneficia a toda la organización.
Asimismo, al automatizar las tareas rutinarias y eliminar el error, la IA hace que el negocio sea más eficiente. Al extraer información de la gran cantidad de datos que se generan en la vertiginosa red de dispositivos y conexiones de hoy, podemos tomar decisiones más informadas para beneficio del negocio, los trabajadores y los clientes.
Por otro lado, la IA será fundamental para contrarrestar la gran escasez de profesionales que atraviesa la economía en la actualidad. Necesitamos tecnología que se encargue de las tareas rutinarias para que nos podamos enfocar en tareas de mayor nivel que harán crecer el negocio. Para aquellas empresas individuales que compiten para atraer talentos, en especial los tan nombrados millennials, las tecnologías de espacio de trabajo inteligente serán esenciales para triunfar en búsqueda de profesionales. Los trabajadores están cada vez más convencidos de que deben trabajar como, cuando y donde quieran. La IA facilita esa flexibilidad sin comprometer la seguridad, para que los trabajadores puedan tener una experiencia de trabajo moderna que les ayude a dar lo mejor de sí y a tener una carrera profesional destacada.
En definitiva, la inteligencia artificial no viene a dominar el mundo. Viene a aprender lo que le enseñemos y a desafiarnos a redefinir las tareas que realizamos de forma cotidiana y dónde queremos enfocarnos. Es claro que tenemos que enseñarle cómo queremos que sea el futuro del trabajo y sin dudas lo queremos seguro, flexible, eficiente y muy productivo.