Guardaespaldas, ética y formación en seguridad

Por David Lee

El nivel de riesgo de muchas personas, las obliga a considerar la contratación de servicios privados para su protección, particularmente de guardaespaldas o choferes de seguridad, quienes conforman la pieza central de su sistema de protección y sus más cercanos aliados.

No obstante, una selección inadecuada de este tipo de personal puede elevar el grado de vulnerabilidad del protegido e, incluso, llevarle a vivir la peor pesadilla de su vida.

Los servicios profesionales de escoltas exigen que el personal sea debidamente reclutado, seleccionado, contratado, capacitado, adiestrado, entrenado, inducido y motivado, en un proceso constante de crecimiento y desarrollo profesional, donde las tácticas y estrategias de seguridad, conjugadas con un alto sentido de responsabilidad basado en principios y valores, conformen un recurso humano invaluable para ofrecer protección a una persona.

No toda la oferta de este tipo de servicios, desafortunadamente, cuenta con el perfil adecuado de personal, quienes, lejos del arquetipo del guardaespaldas de gran estatura y complexión robusta, considera y exige ahora, más allá de la fuerza, el conocimiento de la logística adecuada de protección, el equipamiento, las técnicas y tácticas, así como una destreza especial para desempeñar labores de ubicación, observación, protección, reacción y extracción de la persona protegida.

La determinación de utilizar escoltas es una decisión que debe tomarse con base en un profundo análisis de riesgos, realizado por un asesor profesional, idealmente certificado en seguridad, ya que implica la gran responsabilidad de identificar, conocer y reconocer las amenazas reales a las que está o estará expuesta una persona.

La selección del proveedor, asimismo, es un aspecto que debe estudiarse detenidamente para conformar un equipo profesional que sea eficaz y efectivo.

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